Treinta
años han transcurrido desde que la Guerra de Malvinas enfrentó a Argentina con
Gran Bretaña, y sin embargo, aún hay heridas que no han cerrado, y preguntas
sin responder.
En aquel tiempo, Argentina era dirigida por
una dictadura militar que ocultó la oscuridad de su gobierno autoritario tras
una ilusión de triunfo sobre las Islas; ilusión que la población tomó como
propia, haciendo a un lado la realidad de asesinatos y desapariciones que
reinaba en esos días.
Pero, ¿cómo fue posible el ocultamiento? Con
la ausencia de la democracia y la monopolización de los medios bajo el ala de
la junta militar, las noticias eran escritas a antojo de los dirigentes,
quienes titularon, por ejemplo, el famoso “Estamos ganando” en la tapa de la
Revista Gente, que ha transitado la historia del periodismo y de la Argentina
como una mancha imborrable, como un claro reflejo de la impunidad con la que
era manejado el país.
Las fotos de las Islas conforman otro de los
registros que han logrado perpetuarse en la memoria de los argentinos. Soldados
bien uniformados, en buen estado de salud y sonrientes, daban la pauta de que
las cosas iban marchando bien. Pero la realidad era otra: los reclutas, en su
mayoría jóvenes de 18 años, no poseían ni la experiencia ni los equipos
adecuados, y sufrían por el hambre y las condiciones climáticas.
Este espejismo sostenido por el Estado creó un
efecto ilusorio hasta para los propios gobernantes, que creyeron poder vencer a
las tropas inglesas, en un error que costó la vida de muchos jóvenes. El apoyo
internacional con el que pretendían contar, nunca llegó.
Estados Unidos, por ejemplo, que era
considerado un aliado, negó su colaboración y se puso a disposición de
Inglaterra, brindándole información acerca de las tropas argentinas, y
facilitándole armamentos. Esto produjo un incumplimiento del tratado conocido
como TIAR, y constituyó una ventaja para las tropas inglesas.
El resultado de las especulaciones y
decisiones desacertadas fue la rendición argentina el 14 de junio, suceso por
el cual las Islas Malvinas se convirtieron definitivamente en objeto de
soberanía inglesa, perdiendo así Argentina los derechos sobre un territorio
cuyo mayor valor económico está constituido por el petróleo, la cercanía a la
Antártida (reserva de agua dulce) y la riqueza pesquera.
Pese a esto, hoy el valor es otro: las vidas
de los chicos que se perdieron frente a la profesionalidad de los soldados
ingleses, que poseían ventajas en cuanto a experiencia, armamentos e
información, es invaluable. Quizás las
acciones diplomáticas logren que en el futuro las Islas formen parte de la
soberanía argentina. Sin embargo, la guerra es una herida, una mancha en la
historia. La mentira, la subestimación y el manejo del pueblo, también lo son.
Y son indelebles.
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