Para los amantes del fútbol, la Copa Mundial
de la FIFA es el evento por excelencia. Lo esperan ansiosos, y se convierte en
el monotema de conversación de
cualquier bar, incluso faltando cuatro años para su próxima edición. Sus
seguidores no se toman vacaciones: en cuanto el minuto 90 de la final se
cumplió, ya especulan sobre el próximo campeonato. Y parece ser que en la
política, las elecciones presidenciales tienen el mismo efecto, inquietando a
más de uno.
Hace algunos días, el gobernador de la
Provincia de Buenos Aires, Daniel
Scioli, dejó entrever sus posibles aspiraciones a presidente para los comicios
de 2015, aunque destacó su actual responsabilidad para con su cargo, y su
lealtad hacia la presidenta, a quien “de ninguna manera” pretende
enfrentar.
A pesar de su aclaración respecto de su apoyo
al Gobierno Nacional, y de su gratitud frente al reciente electorado, los dichos de Scioli despertaron las
críticas de su últimamente discrepante vice, Gabriel Mariotto, quien considera
que si alguien está pensando en las próximas elecciones, “está en otro canal”.
Sin embargo, y aunque recalcó que su mirada y la de su superior no coinciden,
negó que sus acciones apunten a “desgastarlo” o incluso “sacarlo” de su puesto.
Se
ponen la camiseta
Asociado hace algunos años al calificativo de
“traidor” que hoy se le otorga a Mariotto, el ex vicepresidente Julio Cobos
defendió las acciones de éste, destacando que en una fórmula política el
respeto debe ser recíproco, y que no se trata de un juego de sumisión, sino que
la única lealtad es hacia la Constitución.
Igual que al final de un picadito cuando, en busca de un culpable, el equipo perdedor
responsabiliza al capitán por haber elegido mal a los jugadores, Cobos le
recordó a Scioli que él aceptó tener a Mariotto en su fórmula: “El gobernador
se podría haber opuesto y no lo hizo”.
Podría imaginarse tranquilamente como una
escena de bar, una discusión futbolera de domingo por la tarde. Y si algún
condimento le faltaba, el juego de naipes llegó de la mano de los legisladores
Fernando “Chino” Navarro y Alicia March. A la tajante declaración de Navarro,
quien recomendó a Scioli que “es momento de trabajar”, no tardó en llegar el
“retruco” de March: “Él tendría que hacer lo mismo”.
Y en este juego de “dimes y diretes”, en el
que el equipo es el mismo pero las camisetas son diferentes, los jugadores no
deciden hacia dónde patear, y los simpatizantes, mareados, van perdiendo la
simpatía. Así el gobierno de Buenos Aires transita la primer a fase de su
mandato, entre especulaciones, aspiraciones tempranas y discrepancias. Y
todavía falta mucho para el minuto 90.
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