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martes, 18 de septiembre de 2012

Aquellos ideales, estas realidades



Sin dudas, el movimiento conocido como “Mayo Francés”, impulsado en 1968 por estudiantes de la Universidad de Nanterre, constituyó las bases de una revolución que se extendió por todo el mundo.
La rebelión consistió en una alianza de diversos grupos que, bajo el lema “Prohibido Prohibir”, se pronunciaron en contra del gobierno de Charles De Gaulle. A los estudiantes se sumaron grupos obreros, y sus principales referentes fueron Herbert Marcuse y Jean Paul Sartre. También fueron parte de la protesta la Juventud Comunista Revolucionaria, el Partido Socialista Unificado y los Anarquistas.
A pesar de su fracaso político, debido a la ausencia de conducción política y a que los sucesores de De Gaulle no llevaron a cabo una verdadera reforma de las raíces del gobierno contrariado por la revuelta estudiantil y obrera, las consecuencias de ésta fueron claras y se extendieron, sentando las bases del cambio social en todo el mundo.
En 1969 y bajo el lema “Obreros y estudiantes, unidos y adelante”, el “Cordobazo” tomó las ideas y el espíritu francés y convulsionó política y socialmente a la Argentina, dejando su huella como una de las mayores etapas de revolución de la historia.
 En Estados Unidos, el influyente Hippismo que se extendió en la década del 60, combinó los efectos de la rebelión juvenil con la llamada “Revolución Sexual”, y se impuso como un estilo de vida nuevo, planteando transformaciones liberales, que se enfrentaban al capitalismo. En Checoslovaquia, las ideas francesas impulsaron “La Primavera de Praga” que, contagiada por los aires liberales, pretendió la restauración de las libertades civiles y políticas, pero fue reprimida rápidamente.
Estas manifestaciones tienen una estrecha relación con lo acontecido en Francia, no sólo por su ubicación temporal en la década del 60, sino porque se constituyeron como corrientes de pensamiento y de acción que se desplegaron en contra del capitalismo y tuvieron como principales protagonistas a los jóvenes, en pos de la modificación de las políticas que los esclavizaban a una lógica en la que no poseían participación ni decisión acerca de su propia vida, sino que estaban signados por la voluntad de las clases altas, propietarias de los medios de producción.
A su vez, la Revolución Cubana, acontecida con anterioridad, fue un hecho que se convirtió en una de las mayores influencias de lo que sucedería en Francia, y la figura de Ernesto “Che” Guevara, asesinado en 1967, un emblema del espíritu revolucionario enarbolado por las multitudes francesas durante la revuelta.
Marcuse, máximo exponente del Mayo Francés antitotalitario, vislumbró en su pensamiento el futuro de las sociedades que padecerían las consecuencias del capitalismo: etapas de barbarie, violencia, exclusión, división social y agotamiento de los recursos naturales fueron algunos de los pronósticos que vaticinó hace medio siglo este pensador.
Hoy, lejos de ser un pronóstico, en un mundo en el que los intentos por alejar al capitalismo del poder han dejado huella pero no han podido desterrarlo, las palabras de Marcuse se vuelven palpables, en una realidad desigual, en la que los recursos económicos son causa de destrucción y violencia, y la humanidad se deshumaniza, alejándose con cada paso de aquel ideal francés.

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